sábado, agosto 10

El último paso


Nadie me dará la mano, sólo una tierna palmada en el hombro. Nadie me dirá: es correcto. No le veré la cara a quien me espera. El momento en que todas las lecciones serán aplicadas. Sólo con buen juicio podré diferenciar cuáles fueron buenas lecciones y cuáles me inventé para seguir sobreviviendo.
Saber que tuve todas las posibilidades y llegué a ese risco, y no a otro. A ese valle, a ese estado mental, a esa compañía que me mira desde atrás, y yo parada allí tomando la última decisión. No saber. Nunca saber qué estuvo bien, qué pudo haber sido diferente, por qué amé a quienes amé y no a otros, por qué tuve tanta gente hermosa a mi alrededor dispuesta a ayudar.
Amor hubo por todos lados. Desde los rayos de sol hasta el lejano brillo de las estrellas; desde el abrazo inesperado hasta el perdón de la más grave falta; la comida todos los días; los sueños esperanzadores, las sonrisas de los desconocidos, el esfuerzo bien retribuido, los viajes suaves, los hermosos paisajes, las buenas conversaciones y los buenos libros, los niños, los viejos, las sorpresas, las lluvias, la música y los sonidos que estuvieron en cada rincón de la experiencia, y la vida misma cada mañana, y después de cada catástrofe.
A mí no me importa morir, pero que no se diga que no he vivido, que no se diga que  no fui agradecida, que no se diga que no aproveché cada oportunidad con todas las luces que tuve disponibles, a veces recurriendo a las prestadas de aquellos a quienes amé y odié. Que no se diga que desprecio cuando pienso esto. Yo no anhelo más para este cuerpo. Desde este mismo segundo en adelante, la vida es un regalo que no sé de dónde viene. Pero a su causa, mi más profundo agradecimiento por esta aventura. En los buenos y en los malos momentos. En la calma y en la desesperación.  En la felicidad y la angustia. En el dolor, que me sentó a pensar. En la libertad y la prisión.
Desde este mismo segundo en adelante, cuando las causas vengan a mí, estaré dispuesta. Cada persona que me busque, cada situación que me envuelva, cada sensación que me conmueva, será un nuevo desafío para demostrar la vida que hay en esta mente y cuerpo, en todo lo que soy y todavía no conozco.