jueves, noviembre 13

No puede ser tanto

Es un tren que se mete en mi pecho, se abre camino entre mis delgadas costillas, y en el espacio más incómodo encuentra su estación, emitiendo una horrible sirena. Si no fuera porque amo los trenes, lloraría de espanto.

No puede ser tanto

Es una adulta mantarraya que a veces uso de abrigo, o ella me usa a mí, mientras susurra en mi oído tristes canciones de antiguos mares, y me pone tan solemne y callada, tan nostálgica y muriente.

No puede ser tanto.

Es un estanque natural, pleno de vida, colores y formas, todas las formas hermosas que puedan existir. Percibo el devenir caprichoso de cada onda y partícula, y todo está alegremente en su lugar, feliz de que yo también pueda estar allí.

No puede ser tanto.

Es un fuego artificial que estalla en mi cabeza, pintándome de colores las mejillas. Es como si cerrara las persianas de mi alma, y todo, todo, todo, ocurriera por dentro.

Otras veces estoy muerta, y no viajo a ningún lugar, y nadie viene a visitarme. Entonces me desgajo a carcajadas y aparezco en reuniones de otras gentes, en otros universos sin estanques y sin trenes.

Es que no puede ser tanto.

viernes, noviembre 7

Que me valga

Y si quiero inventar cada día sin acordar con mi pasado?
Y si quiero hacer y deshacer Hoy, sin pensar en las cuentas con mi futuro?
Y si quiero amanecer cada día con la esperanza de encontrar, otra vez, muchas veces, un motivo para amar?
Y si quiero tomarme en este minuto la eternidad entera para llorar mis muertos?
Y entonces, al minuto siguiente, volver a tomarme la eternidad en un instante, para saborear el aire que respiro, único incondicional en mis horas conscientes...?
Estas son mis nuevas alas. Mi nueva piel.
Que me valga.

Libre, como el viento, así dijo León.

viernes, octubre 31

Y en definitiva, querer

Por qué me asustás tanto. Me asusta que te vayas y no alcance a conocerte bien, tus caras, tus ángulos. O que yo me vaya, por falta de calor.
Querer ocupar todos tus rincones, girar en torno y volver, cubrir todo tu perímetro, en un solo pensamiento. Adivinar tu íntima coherencia, tus secretos más callados, tus excusas más tiernas. ¿Qué querés decir con que el omega es saliente? ¿Y esa moral positivista del desplazamiento en negativo? Tu severidad me asusta, pero me entrego a escucharte. Te entrego mis humanidades para que encuentres el límite cuando nuestra distancia tiende a cero. Sé que al fin voy a entenderte, pero para eso, debemos superar algunas distancias: dejemos de ignorar la fricción, que es la máxima expresión de nuestras asperezas; reconocer esto es le primer paso de toda reconciliación. No me des tantas explicaciones sin decirme antes cuál es el maldito problema, porque la última vez estuve cuatro meses practicando integrales para que en Julio me dijeras que lo que necesitabas era cercar el patio de casa.
Física mía, ¡dame calor! ¡Dame el calor que te sobra cuando medís la entropía! ¿Aprenderás a quererme así, tan humanista? Encontremos el espacio, por favor, ¡por favor!, entre tus pulidos desvaríos y mi extrema impaciencia. Y un último pedido, por piedad, ¡configurame la calculadora!

viernes, octubre 10

Yo no soy partícula, soy onda.

Yo no soy partícula, soy onda.
Si en el ejercicio de tu libre albedrío, me buscás en una esquina, altura, latitud, posición filosófica, has de hallarme. Claro que sí, es el oficio del instrumento. Y hasta puede que haya estado allí en un microsegundo de mi existencia, y que mi huella se haya materializado incluso. Pero cuando allí me encuentres, sólo verás la sombra y el resto de lo que fui.
Yo no soy partícula, soy onda.
Y en el ejercicio de mi libre albedrío, me asomo con curiosidad a las infinitas proyecciones de cada instante que respiro, buscando exclusivamente y con ahínco, mi comodidad y tu servicio. Me encuentro con vos, me atropello con vos, te encierro en mis márgenes, te busco; y te encuentro, en el momento en que ya sé qué es lo que puedo darte.
Ese momento fundó. Y es historia de lo que fuimos. Del desborde y la desintegración. Ese momento se desgranó junto con tus dedos y los míos, y el resto de ellos en el suelo, eso, eso es partícula. Yo estoy a kilómetros de distancia, abrigando peces en el mar.

viernes, octubre 3

Amar. Esa experiencia.


Amar, y esperar.
Amar, y escuchar.
Amar, y perdonar.
Amar, y jugar.
Amar, y entender.

Amar, y preguntar.
Amar, y explicar.
Amar, y observar.
Amar y agradecer.
Amar y contener.


Amar, y dejar ir.

lunes, julio 28

Testigo

Y quién dice que tengo que ser normal. Y quién dice qué es ser normal. Y quién dice que tengo que vivir. Si me hubieran preguntado, capaz hubiera dicho que no, que así no quiero. Y quién se hace cargo. Ya no me importa. Fluir es imposible a veces. A veces respirar sin preguntarse es imposible, quién dijo que queríamos despertar. Sobrevivir cada segundo, prestar atención a cada última cosa que hacemos. Y sonreír como si no me importara que el acto fue único, irrepetible, el último, lo mejor que fui capaz de hacer. No se puede demostrar tanto amor, no es posible. A veces es mejor ignorar que las personas que amo no lo notan, y que si cada segundo se dieran cuenta de que sienten algo por mí, harían otra cosa. Se arrojarían como yo a los brazos de un abrazo que quiero dar. Alguien en este mundo debe querer arrojarse a estos brazos y hacer que el tiempo cuente, el tiempo sobre la tierra. O también abofetearme. Desearía también ser testigo de las furias de la existencia en cada persona que amo. No del aburrimiento, de las  furias. Y aprender a mirar desde mi espacio concedido, sin interrumpir y sin juzgar. Porque estoy ahí, allí, y aquí. Amando por última vez, de la mejor manera que soy capaz.

miércoles, junio 11

La experiencia

Lo vi pasar delante de mí, tenía una seña, una marca. Esbocé para mis adentros: “esto vale, no te duermas”. Esos signos que uno busca toda la vida. Les conoce el aroma, la forma, hasta el sonido de su voz. Y aun así no puede asirlos. Pedí parada y bajé en la estación. Muy bien, por aquí debe andar. ¿Será ese hombre/nombre? No, no es el nombre/hombre. Pero él me llevaba. Lo tomé de la mano. Él era una existencia tan independiente que no escuchaba mis preguntas atolondradas:  “¿Che y dónde es? ¡Decime hasta dónde y te juego una carrera!” Estaba más lista que primer día de escuela en primer grado. Él andaba y andaba, y andaba en círculos. Mi hastío y aturdimiento (los cuales directamente proporcionales), hijos de mi mente capitalista, no me dejaban ver que íbamos en círculos pero a través de diferentes dimensiones.
En medio del mareo, el frío, el dolor de estómago, él seguía caminándome por diestra y siniestra sin solución de continuidad.  Le dije: “esperame…yo hasta acá, lo único que sé es que te creo”. Y le creía tanto y tanto, en tantas direcciones, y por cielo y por tierra.
Aquí lo que entendí:
1.       Las experiencias son indiscutibles. Simplemente ocurren.
2.       Uno es modificado por sus experiencias.
3.       Lo que uno construye es hijo de sus experiencias.
4.       En relación al orden simbólico de la construcción…tiene peso propio. Simplemente es.
5.       Nuestra coexistencia humana es una coexistencia de diversos órdenes simbólicos con peso propio.
6.       La manera más apropiada para abordar la comprensión de cada uno de ellos no es refutando/acordando, sino buscando las experiencias que llevaron a tal construcción; asumiendo sin lugar a dudas que realmente ocurrieron aquellas experiencias.
Yo no habría entendido todo esto si no te creyera tanto. Si no te conociera tanto. Si no te quisiera tanto. Gracias a Dios vos existís. (No podría nunca fundamentar tu existencia en un marco simbólico mío).

La irrefutabilidad de la experiencia es la luz entre tu mano y la mía.

miércoles, abril 9

Señores, no me tiembla la voz

Yo no me olvido,
ni con luces me van a distraer,
yo sé lo que vine a buscar.
Yo vine acá por alguien
y necesito verlo ya.
A mí no me engañan,
yo espero,
no me duelen las piernas
ni me tiembla la voz
cuando hablo de él.
No me sudan las manos
ni se me cae una lágrima
¡Que lo manden a llamar!
que tengo la voluntad,
que no me importan mis trajes
que él sabrá por dónde anduve.
Que no quiero más falsos bufones
ni vendedores de baratijas.
Señores,
no me tiembla la voz.

domingo, abril 6

Oda al agua

Cuando yo era chica, el agua entró por el cuello de mi útero, hasta mi útero, me dio un hijo y mi hijo salió despedido. Me quedé mirando hacia el cielo a ver si volvía, con los ojos bien abiertos por si aparecía la gaviota de los mitos, y cayó el agua, cayó tanta agua que inundó mis ojos y lloré mares, vomité acostada, arrodillada, tirada. El agua misma bañó mis cuerpo y me sostuvo como hoja de papel hasta el puerto de mi Patagonia, me arrastró sin que se lo pida, disimuló mi tristeza y me dejó parada en la arena. Como en un frasco, con agua, y yo. El agua amortiguó mis desequilibrios. El frasco se rompió, me regué por toda la tierra. Un río se fue al este, otro al norte, otro al oeste. Y en el sur quedaron mis pies, con los que yo sabía caminar. Cada vez que llegaba a un pueblo caía el agua y me recordaba, dónde dejaste tus pies. Y yo le respondía, hoy voy a bailar con mi corazón. Corazón y pies. Corazón y pies. Corazón y pies, me decía a su vez. Bajó la marea y mis vestidos con ella, y yo, ¡mis pies! y esta vez volé. Y llovía en puerto, y nadie vino a protegerme. Miré las costas, y las montañas, miré a través del agua suspendida en el aire. Llevame con vos, ya estoy cansada, tengo frío y tos. Y nos fuimos de allí, en una nube, a través de las montañas.
Ahora dicen que la lluvia no la quiere abandonar. Y llueve y llueve, en el desierto, donde ella tiene sus pies.

Vulnerable


Aceptá sentirte vulnerable
degustalo como un gran catador
llorá, si es preciso,
sentí el dolor.
Despojate de armaduras
no más trucos moralistas
no más juicios.
Que te arranque las uñas
que te duela al llorar
que no te deje entrar
ni en tu cuerpo.
Que se lleve tus días
tus horas, tus planes
tu preciada sangre
tus castos tejidos,
y no digas nada.
No le digas nada
nunca nada,
que la victoria es tuya;
porque no es el dolor
ni la pérdida
ni siquiera la falta de control
sobre tus dominios
lo que te quita del juego.
Lo que te quita del juego
es la cómoda idiotez
la plácida parálisis
el sueño.

sábado, marzo 29

El tablado

Por las noches se incendian todas las hogueras que iniciaste, por seguir el curso. Sólo por seguir el curso. Y amaneces a encontrarte con los restos de los brotes de algún sueño que soñaste, porque sí. Tan pequeños e informes que no duelen a la hoguera que se extingan y devuelvan a la tierra toda la savia, toda savia. Por las noches no se oyen los crujidos de las ramas ni las chispas que provoca aquel incendio. Por las noches te dejaste adormecer y no cuidaste de los brotes ni el calor. ¡El calor de aquella hoguera, ni la luz, ni la savia, ni la tierra que alimenta cada brote, ni el inesperado curso de agua que te trajo cada sueño "porque sí"! 
Primavera, verano, otoño, invierno. Primavera, verano, otoño, invierno. Como una danza de sol y agua, se repite eternamente el despropósito del tablado donde dejaste algún traje colgado. Creyendo no perder los días, estabas perdiendo el tiempo. Las arrugas y unas canas quisieran tanto ser los frutos de partidas jugadas con sangre caliente, y no lo son. Más cabeza fría que motor imparable de conquista de universos. 
Que despiertes y te encuentres todavía en el tablado, que aunque estés lejos, alguien pueda encaminarte, que el peso de lo construido no te impida levantarte, y correr.

sábado, marzo 8

La gran teoría de los sistemas

El encuentro sigue siendo la causa de las explosiones. El encuentro y la separación forzosa. Los sistemas en equilibrio no molestan a nadie, y algunos se extinguen sin llamar la atención. Otros perduran lo suficiente para que a alguien le moleste, y comienzan las investigaciones. ¿Quién está alimentando este sistema? El factor en sí a atender es la alimentación. Los sistemas se sostienen por sí mismos, y los implicados primarios poco saben de su situación cíclica.

Reunión de toros

Nos reunimos a pesar de las bajas probabilidades. Él confía en mí. El otro también. Y entre toros hay un respeto que no se comunica con palabras sino con hechos.
No esperaban un toro femenino. Yo tampoco me esperaba mujer. Un sí, un no, un quizás. Pero es toro. Y lo dice en serio. Tanto que quema la responsabilidad de abrirle la puerta, facilitarle las cosas, convidarle agua y mostrarle, por si acaso, la salida de emergencia. El temor a la embestida, o el espanto y admiración ante su majestuosidad y armonía.
Allí hay reunión de toros. Y los toros nacieron para mostrar su fuerza, su precioso cálculo de movimientos, su abnegada sumisión a las leyes de la física.
Esta relación va a durar siempre y cuando un poco de agua circule en sus corazones.