lunes, julio 28

Testigo

Y quién dice que tengo que ser normal. Y quién dice qué es ser normal. Y quién dice que tengo que vivir. Si me hubieran preguntado, capaz hubiera dicho que no, que así no quiero. Y quién se hace cargo. Ya no me importa. Fluir es imposible a veces. A veces respirar sin preguntarse es imposible, quién dijo que queríamos despertar. Sobrevivir cada segundo, prestar atención a cada última cosa que hacemos. Y sonreír como si no me importara que el acto fue único, irrepetible, el último, lo mejor que fui capaz de hacer. No se puede demostrar tanto amor, no es posible. A veces es mejor ignorar que las personas que amo no lo notan, y que si cada segundo se dieran cuenta de que sienten algo por mí, harían otra cosa. Se arrojarían como yo a los brazos de un abrazo que quiero dar. Alguien en este mundo debe querer arrojarse a estos brazos y hacer que el tiempo cuente, el tiempo sobre la tierra. O también abofetearme. Desearía también ser testigo de las furias de la existencia en cada persona que amo. No del aburrimiento, de las  furias. Y aprender a mirar desde mi espacio concedido, sin interrumpir y sin juzgar. Porque estoy ahí, allí, y aquí. Amando por última vez, de la mejor manera que soy capaz.