sábado, agosto 6

Dejen que los niños jueguen

Dejen que los niños jueguen
dejen que sientan,
sin condiciones.

Dejen que los niños sean
creen, se definan
sin juicios.

Dejen que los niños moldeen la libertad
que los abraza cada día
como a nosotros hace mucho no nos abraza.

¿Cuánto tiempo tendrá esta nueva libertad?
¿Cuánto tiempo pasará hasta la primer herida que se imprima imborrable en su memoria virgen?
¿Cuánto tiempo pasará hasta que el niño construya su nueva coracita, guardando para sí la suavidad de la inocencia vivida hasta entonces?
¿Cuánto tiempo pasará mientras el niño construye?
¿Qué haremos entonces, los adultos, mientras el niño construye?
Es tiempo emergente. Es tiempo urgente. Díganle al niño,
¡rápido!
cuánto lo sienten.

“Amor. Cuánto lo siento. Lo siento mucho. Lo siento como un corazón para cuidar hasta que sane.”

Mientras el niño construye, las palabras se tejen absurdas, mas coordinadas.
Las palabras dichas, tan sólo las dichas. Tan sólo las dichas.

Es tiempo emergente. Es tiempo urgente. Díganle al niño,
¡rápido!
cuánto lo sienten.

Muchas personas cuidan al niño.
Nadie puede entrar a su coraza.
Excepto que conozca
las palabras mágicas, las grandes ausentes, las que faltan en su rompecabezas.


“Amor. Cuánto lo siento. Lo siento mucho. Lo siento como un corazón para cuidar hasta que sane.”