Yo no soy partícula, soy onda.
Si en el ejercicio de tu libre albedrío, me buscás en una esquina, altura, latitud, posición filosófica, has de hallarme. Claro que sí, es el oficio del instrumento. Y hasta puede que haya estado allí en un microsegundo de mi existencia, y que mi huella se haya materializado incluso. Pero cuando allí me encuentres, sólo verás la sombra y el resto de lo que fui.
Yo no soy partícula, soy onda.
Y en el ejercicio de mi libre albedrío, me asomo con curiosidad a las infinitas proyecciones de cada instante que respiro, buscando exclusivamente y con ahínco, mi comodidad y tu servicio. Me encuentro con vos, me atropello con vos, te encierro en mis márgenes, te busco; y te encuentro, en el momento en que ya sé qué es lo que puedo darte.
Ese momento fundó. Y es historia de lo que fuimos. Del desborde y la desintegración. Ese momento se desgranó junto con tus dedos y los míos, y el resto de ellos en el suelo, eso, eso es partícula. Yo estoy a kilómetros de distancia, abrigando peces en el mar.
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