miércoles, abril 3

De filosofía y mujer


Hola mujer. Mujer hermosa. Todos te están esperando. Vos qué pensas? Será un buen momento? Hay gente que todavía duda, que tiene miedo, que no quiere mezclarse con estas ideas tuyas.
Veo en sus ojos el miedo, en sus tonos de voz. “Me están pasando cosas raras” dicen. “No entiendo nada”. Hay una dificultad a poner palabras a lo que está sucediendo, porque nunca antes habían estado tan conscientes de las emociones.
Mis amores, bellos, vulnerables. Sé, sabemos las mujeres, que eso es difícil. Entender. Te puedo ayudar a entender. No a controlar. Eso no me es dado aún, pero sé observar paciente. A veces impaciente, pero detrás de todo el berrinche, paciente. Porque sé que tengo un espíritu inquebrantable después de todo.
Todos los ciclos lunares lo vuelvo a comprobar. Amo mi esencia y espero que ustedes también aprendan a amarla. Así como es, salvaje.
Hay ciclos de 28, otros de varios meses. Y me vuelvo a encontrar escribiendo. Porque todo condensa en ideas. Ideas nuevas. Ideas conciliadoras. Vos podés hacer eso? Conciliar emociones, ideas, proyectos de vida?
Amo mi libertad. Más allá de las prisiones. Más allá de las dudas. Amo la forma en que se vuelve a presentar. Te quiero, esencia mujer.
Siempre fui más hombre que mujer. Te rechacé tanto por no dejarme avanzar. Las decisiones y la voluntad, la fuerza, el corte, la palabra, el orden. Eso es masculino. Lo aprendí después. Pero eso era. Más allá de todo. A pesar de todo.
Y de grande me agarra desprevenida una turbulencia insondable, incierta, inquieta. Mi esencia mujer me vuelve a encontrar en cada giro de esquina, en cada ciclo, cada vez. Te amo esencia. No sólo te quiero, así, para mí, sino que también te amo y te amo así. Porque tengo una dialéctica en mí. Ningún filósofo me va a enseñar las fases de la revolución, yo soy la revolución. Soy la sangre que corre, el viento que arremolina, las hojas que caen y las quedan, soy el río que alimenta. Soy la revolución. Ponele científica, lo que quieras. Ponele dialéctica, lo que quieras. Pero sobre todo, ponele mujer. Es mujer, y no es otra cosa. Esa mujer que estás esperando.
Yo sé que asusta. Yo sé que no hay nada más después de ella, porque no deja ley en pie. Para eso está el hombre, y esta vez digo hombre sin querer decir genérico. No hay nada más después de mujer porque mujer es un nuevo código. Para vos y para mí. Para todos. Para que dejemos correr el río.
Ya sabés que el río lo inventó Heráclito, y después Siddharta. Pero el río es mujer. Ellos sólo lo vieron. Bienaventurados ambos que lo vieron y entendieron: la respuesta es hoy, y mañana será mañana. Y lo importante es estar, ser río, y arremolinarse sin miedo.
Ahora dicen que es el poder del ahora. Y yo qué sé cuanta filosofía más de ascensor.
Yo te digo, es mujer. Es sentir sin juzgar, perdonando y dando gracias, es vestirse de estación, es amarte a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo, a pesar de todo. Y además, “humano”, como la capitana marvel, que se pone de pie, después de cada caída. Y vuelve a perdonarse, y vuelve a decir la verdad, para quien quiera oír.

Sabés qué? La verdad es verdad aunque sólo algunos la oigan. Siempre fui platónica, la de las ideas eternas y verdaderas. La realidad es de Heráclito, pero la verdad es platónica. Esta es la verdad:

El amor construye.

El miedo destruye.