En los Juegos del Hambre, los victoriosos son maquillados y
televisados con gran pompa para entretener a la sociedad, que realmente sufre
de hambre, y así distraerlos de las verdaderas causas de aquello que sufren, y
la forma de solucionarlo.
En los Juegos del Hambre, la protagonista se rehúsa
continuamente a jugar, y enfrenta con mala cara y actitud desafiante cada show
que le proponen. Su instinto de supervivencia la advierte de no traspasar los
límites de la osadía, llevando a cada presentación en público a desenlaces
ambiguos pero dentro de las reglas.
A veces de manera prudente, otras con arrebatos emocionales,
ella logra darle cauce a la denuncia de que algo está mal con los juegos y el
orden establecido. Esto le cuesta la antipatía de la presidencia y sus
secuaces, los cuales logran sacar de la galera la forma de deshacerse de ella
ofreciendo nuevos espectáculos de gran despliegue, sometiéndola aún más a la
exposición pública y al miedo. El golpe de la noticia logra doblegarla; quiere
escapar con su pareja. Una sincronicidad en el momento y lugar exacto la vuelve
a introducir en el curso de los eventos cuidadosamente controlados por la
presidencia: “Aquí me quedaré, a causar más problemas”.
Su lugar en la historia ya está planteado, a ella sólo le
resta jugar y morir, habida cuenta de que sus competidores fueron calificados
como “asesinos profesionales”.
Hasta aquí la tarea de la protagonista.
Dentro de la estructura gubernamental (Capitolio) se
encuentra el personaje que revelará su carta casi al final de la segunda
película. Este personaje es el Vigilante Jefe de los Juegos, figura de
confianza para el presidente y todos los que lo rodean. Supuestamente inspirado por la protagonista,
que le ha generado alguna “urgencia” por así decirlo, él dispone el juego a su
manera con el objetivo oculto de sacar a la protagonista de los juegos. Pero
hay más. Este personaje viene a encarnar, precisamente, el liderazgo de la
rebelión.
Una persona, un símbolo – el Sinsajo (en inglés, Mockingjay)
– y una traición. Pareciera haberse revelado la fórmula de la rebelión. No es
la primera vez que un ave simboliza la búsqueda de la libertad (recordemos la
Grulla para los japoneses, por ejemplo), ni será la última. Éste pájaro es resultado
de la cruza entre dos especies muy particulares: el Jabberjay (ave ficticia,
creada por el Capitolio para espiar conversaciones del pueblo) y el Sinsonte
(ave real, cuyo vocablo en inglés se escribe Mockingbird). Los Jabberjays
fueron abandonados por el Capitolio una vez que la gente se dio cuenta del
engaño, y allí en la libertad, cruzaron su especie con los Sinsontes. Los
nuevos Sinsajos desarrollaron la habilidad de repetir cantos de pájaros y canciones
de humanos. Esta peculiar especie de aves es la que va a inspirar la rebelión
en el pueblo de Panem.
¿Qué podemos decir de la traición, o del traidor? ¿Es acaso
motivado por intereses egoístas, sed de venganza o ansias de poder? ¿O busca la
restitución de los derechos del pueblo? ¿Será una combinación de ambas?
Finalmente, ¿es acaso relevante comprender las motivaciones del líder de un
levantamiento? Porque…qué sucede luego de un levantamiento. Cómo será el nuevo
orden. Cómo se tomarán las decisiones. Cómo se coordinará la toma de decisiones…
Más allá de los procesos sociales de orden y desorden. Más
allá de los protagonismos y las sincronías. Qué sucede con el que mira el
juego, y continúa el curso de los eventos como rama llevada por la corriente del río.
Su intervención en los Juegos del Hambre será eternamente “apagar” o “encender”
la radio. Su opinión sobre los Juegos del Hambre será, ad infinitum, “me gusta
este jugador”, y “ojalá no lo maten” y, “ojalá nunca se lleven a mis hijos”. El
curso de los eventos continúa tristemente gobernado por los Juegos.
Así mismo, con cada proceso que se sabe infame, pero se sigue
respondiendo a las reglas. Respetando sus reglas, se acepta el acotado y
específico margen de probabilidades del juego, y aquel que es nombrado por
sorteo, tuvo la mala suerte de quedar del lado de los perdedores. La misma
lógica de “no contestes preguntas falaces” se aplica aquí. Contestando
preguntas falaces, se le otorga existencia específica a una pregunta mal
formulada, con premisas falsas, en el universo de lo percibido y entendido.
Yo voy a traicionar. Mi lugar no es importante. Pero voy a
traicionar porque no tengo opciones en mi universo de comprensión.
Voy a traicionar el juego del capitalismo.
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