domingo, junio 21

No me dijeron

Este es un manifiesto. Consideradlo así my folks, porque no tiene otro nombre. Llegará el día en que todos los engañados nos uniremos para exigir una enmienda.
Cuando a mí me educaron, allá por los 80 y tempranos 90, en casa y en la escuela se olvidaron de decirme un par de cosas, a mi parecer. Porque no digan que no es útil para la vida tener en cuenta cuántos días, por ejemplo, dura el zapallo en la heladera; y ni hablar de cada cuánto tiempo es razonable lavar las toallas, por no mencionar alguna lista (limitada y concisa) de las cosas que debe uno preguntar al ingresar a una institución a trabajar. He comprobado empíricamente cuán útil puede resultar esto, siendo ya Junio y yo recién enterada que los maestros de música también toman lista, y que los que están cuidando sector en el recreo deben quedarse hasta que el último niño perezoso entre a su aula, siendo secundario el tiempo que uno pierde de su clase arriando niños.
Bueno el tema del zapallo es bien importante también, porque me acabo de comer una sopita con un zapallo que está en la heladera desde la semana pasada, y tengo cierto temor por mi salud. Pero verde no estaba.
El asunto de la salud es algo que también está muy descuidado en la educación temprana. De a poco me voy enterando con grandes disgustos, que la salud también hay que planificarla, porque es increíble la cantidad de tiempo y plata que se gasta en eso. Sobre todo si le resulta agradabilísimo a uno bañarse antes de salir, y salir sin gorro. Porque de estas cuestiones siempre se encarga otro…y el turno con el torturador viene solito, a veces sin aviso, y los medicamentos son propinados en comidas camufladas, comprados quién sabe en qué momento. Las cosas que se pierde uno de aprender por andar revolcada en el piso mirando muñecos de las vidrieras o sacándose los mocos.

1 comentario:

Abrujandra dijo...

Esta entrada está genial, lo del zapallo me encantó.
Besotes.