lunes, enero 8

¿Cuánto tiempo tardamos en tomar una decisión?


Hace unos días estaba reflexionando sobre una decisión que venía tomando a medias, de a poco, a veces olvidando, volviendo a retomar desde distintos puntos de vista. Se trataba de esos proyectos que se van acumulando a lo largo de los años y nunca le ponemos demasiadas fichas. ¿Era momento de apostar? ¿Era momento de suspender? Sobre estas cosas estaba cuando me pregunté, más allá de todo, ¿cuánto tiempo tardamos en tomar una decisión?
Me acordé de la película Inception, o El origen, con Leonardo Di Caprio, tan excelente siempre. Cómo las ideas son cultivadas, desde una pequeña semilla, una idea, un concepto, una imagen, y van creciendo hasta transformarse en acciones. Concretas. Que nos cambian. Que liberan en el acto un montón de energía, ganas, ilusiones que albergamos alrededor de esa semilla.
Antes de la gran decisión hay que hacer un montón de ensayos. Personalmente creo que la decisión no lo es sino hasta que sé a qué estoy renunciando y cómo voy a hacer el duelo por aquellas cosas que voy a dejar. La renuncia es lo más importante. Es casi más importante que la decisión. Para mí, renunciar es horrible, porque aquello que dejo es un poco de personalidad, un poquito de mí que va a ir tras el telón, quién sabe por cuanto tiempo quizás por siempre. Por eso me gustan los ensayos. Un día, una semana, un mes, pruebo mi proyecto nuevo, mi rutina nueva, mis nuevas prioridades. Y observo callada la falta de lo que queda atrás. Después vuelvo a mis pasiones, obsesiones, placeres. Vuelvo a pensar.

En esto de volver andaba, cuando tomé la decisión por fin. Qué buenos que son los comienzos de año, que imprimen de energías nuevas los proyectos, acompañando el nuevo orden de las cosas.  

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