miércoles, noviembre 27

Grillo Grulla

Persecución. Arrastre. Motivación. 

En la grilla de mis días, grillo de noche, grulla de día. 

Por la paz, por el balance, por la justicia, por el amor, por amar el vuelo y por amar el canto.

Entre mis días, mi alma llora de encantos y sombras. Nadie sabe quién se esconde y vivo preguntando, aunque me vuelvo a responder: esa no es la pregunta. La pregunta es hacia adónde. Y ahí, la motivación. Mientras tanto, el arrastre. Cuando no sé qué era lo que estaba haciendo. Reinicio. Vuelvo a Dios. Jesús. Amor inefable. Jesús es mi inspiración, la razón por la que vuelvo a insistir. 

Hoy hablé con Dios a través de ella. Le dije: no es desde la culpa que se construye. Le dije: la vulnerabilidad es tu súper poder. Y realicé para Dios un hermoso video. Por Él y en Él. Por la justicia. Porque amar es el camino. A todos. Y Dios me dijo a través de él: esto también pasará. 

Gracias a Dios. Que nos atraviesa acortando grandes distancias. Que nos involucra. Que nos sorprende en el rincón más inesperado. 

Que me agarre de esa fe como mi vela más prominente. Que el puerto existe aunque no lo vea. Que Dios guía mi nave

Esos días

Qué me dirías si te dijera que esos días existen. Que estos días existen. Días de ira. De calamidad.

Quiera Dios acontecer como acontecen los bellos y mágicos momentos. Quiera Dios en su infinita misericordia volver sus ojos hacia este reducto de espacio que ocupo en los días finitos. 

Me quema la sangre en el deseo de curarte. Recordarte en cada pestañeo que Bea de Dios existe. Que no tiene dudas y que no pierde el tiempo pensando la incertidumbre. Que va. Que habla de sus pasiones. Que nombra lo que le duele sin quebrarse. Y cuando se quiebra se ama. Se maravilla de su propia fragilidad. Mirá. Soy humana, dice. 

Eso es hermoso. Y duele. Y es verdad. Y sigo acá. Porque no vine por mí, no vine para pasarla bien, aunque me la paso bien bastante. Vine por otra cosa. Todavía no sé. Pero no me voy. Porque yo lo voy a encontrar y lo voy a elevar. La razón, el método, algo. 

Espiando por el huequito que Dios me dejó. 

Amar es para siempre. 

Voy a reírme a los estanques

Estás conmigo.

Cuándo iba a saber yo de vos. No sé.

Aprendamos a amarnos. 

Salir es cuestión de tiempo. 

Parsimonia. 

Polilla. No era mariposa pero para mí lo fue. 

Habla para que veas el vicio de tus alas. 

Habla. Habla. Con quién. De qué. 

Hoy no es tiempo con vos. Pero entiendo. Voy a reírme a los estanques.


domingo, noviembre 10

Rábano


Cuando decís me importa un rábano es un poco contradictorio. Porque la palabra rábano tiene rabia. Si de verdad no te importa decís un comino o un pomo. El comino es más suave (la palabra, no así el aroma). 
Si vos decís me importa un rábano, algo te importa. Te importa tanto como para enojarte porque la cosa no estaba ahí para vos, o como vos la querías. 
Ahora si e importa una mierda, es porque ya estás listo para soltar. Sí. Decíselo a tu mente, ya podés soltar. 

Solvente

Solvente.

Amaría.

Por qué ha de venir. Encima se cree que la sigo esperando. 

Cuál es el problema con la espera? No hay mucho más para decir. Da igual, que venga. Amaría verla feliz por una vez. Plena, solvente. Llena de sol. La verdad es que sí, la sigo esperando. Sólo que no quiero importunar. Que venga cuando quiera Dios. Que venga cuando sea. Y a mí que me den tareas…porque yo sentada no espero.

Quizás hoy me escuchen

Quizás hoy me escuchen.

Quizás hoy me escuchen y sienta ese calor humano que andaba buscando con tanta ansiedad. Necesitaba saber que aún sirvo para algo, que tengo más vida por vivir. 

Es una tarde preciosa y tranquila, y yo acá temiendo por todo. Bueno, no es todo. Por suerte. Pero temiendo mucho y cansada. 

Las tardes preciosas solían ser para crear, para amar, para planificar. Hoy se me escapan entre los dedos casi todas las horas y luego en un minuto vuelvo a sacar la cabeza del enjambre y respiro el delicioso aroma a flores. Y pienso de nuevo. Cierto. Ya llegará otro momento mejor que este. Ya encontraré otro ángulo. Uno bueno. Que me sirva. Que no me asuste. 

Extraño la paz. La paz desapercibida. 

Cuando hoy siento la paz la agarro desenfrenadamente y la respiro, la meto en mi piel, la repaso, la justifico. Y allí es cuando se va. 

Paz porque si. Paz de regalo. Paz de a montones. Paz que aburre. 

No sé cuál es el ángulo todavía. Pero estoy completamente segura de que lo voy a encontrar.

Uno para jugar. Para hacerse la otra. Para meter mano soñando. Para construir los castillos como quien no quiere la cosa. Para hacer una fiesta en el patio cada noche. Reírse de la nada. 


Vasijas vacías

Vasijas vacías.
Tándem.
El último lugar que visité tenía aromas de flores y encierro. Qué se yo, tengo un olfato muy específico. Yo creí que iba a encontrar una laguna, animales libres, exploradores. Pero era un pozo en la montaña donde no circulaba el aire, había muchas flores, muchas de ellas muertas y en una especie de receptáculo, vasijas vacías.
Me daba miedo acercarme, desde lejos no se podía decir que estaban vacías. 
Tantas expectativas para llegar y encontrar abandono. La desesperación quiso apoderarse de mí, pero no la dejé. Soy demasiado optimista. Recalculé mi itinerario y comencé a explorar los alrededores. Sombras. Silencios. Humedad. Ni rastros de humanos. Ni rastros de animales. Sólo flores. Eso es curioso.
El aroma intenso a flores me hacía sentir en la iglesia. Junto a la Virgen. Su evocación me transmitió seguridad. Amabilidad. Espera. Como de hija pródiga.
“Madre Santa”, empecé a decirle. “He venido de muy lejos, no me había dado cuenta de cuánto te extrañaba”. Decidí conectarme profundamente con la experiencia. Con eso que me transmitían los sentidos. El vientre, las vasijas, las flores, la humedad. 
“Evocarte es todo lo que necesito ahora para soltar un poco está búsqueda espantosa que me quita el sueño y me aleja de la verdad”.
Me dice: Ciertamente la verdad no está en ninguna ciencia o dogma que puedas entender. 
Esto no me gustó. 
“¿Para qué se supone que tengo una mente entonces?”
Para hablar conmigo.
Bueno, hablemos. Me gustan los desafíos.