martes, enero 8

Listening to music like I do...M.Jackson


Escuchando música como yo lo hago...
Earth song - Michael Jackson
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Tengo recuerdos de esta canción sonando en el auto de mi papá, estacionado en el bosque donde acampábamos. Hermosos bosques patagónicos que nos daban resguardo cada verano. Éramos chicas, mi hermana y yo. No cazaba una de inglés. Pero esos coros respiraban denuncia, urgencia, y bronca. Era una llamada, adictiva, quería que se repitiera una y otra vez. Minuto 3.44, modulación desgarradora. Y en algún momento se calló, inesperadamente. La radio no encendía, yo moría por unos segundos más. Papá vino a ver. Demonios la batería. Se murió la batería y nació el enojo de papá. A callar.
La canción quedó en mi memoria como una impresión fotográfica. No recordaba los tonos, ni me sabía el título. Sólo podía recuperar la sensación vivida.
Con el fallecimiento de Michael Jackson, resurgieron muchos temas viejos y entre ellos The Earth Song. Mismas sensaciones, más contenido verbal. Más imágenes. Y los coros.
Do I give a damn?
Fue una de las primeras canciones que me hicieron sospechar de los intervalos. Musicales. Yo comenzaba a sospechar que el sentido de una canción podía condensarse en un par de intervalos. La emoción transmitida por ese intervalo, en ese contexto, decía todo lo que tenía que decir con mayor poder de elocuencia que el resto de la canción. Y sospecho que hay canciones que no tienen esto. A raíz de unos estudios comprendí que la canción viene del grito primigenio. El grito primigenio consistió en una llamada; un deseo de comunicarse. Algunos cabos sueltos pude atar. Pero hay más.
A veces me pongo a cantar. A veces saco la guitarra o abro el piano, y empiezo a balbucear. Me encuentro en un estado perceptivo, a veces relacionado con una tristeza, otras veces con un deseo de contemplación. Y como generalmente no tengo palabras, empiezo con intervalos. Elijo un acorde. El acorde no cualquiera, porque no siempre tengo el mismo registro vocal. O lo que quiero cantar no concuerda con cualquier altura (agudo, grave). Luego elijo una secuencia armónica. Mi voz quiere salir, la dejo salir. Puede salir limpia y occidentalmente temperada (la frecuencia justa de una nota específica que se puede encontrar en un piano), como también puede salir sucia, con demasiado aire. Puede resonarme en las caderas, en el estómago, en el pecho, en la garganta o en alguna parte de la cara. Busco sentirme cómoda. Busco una especie de homeostasis. En el exterior de mi cuerpo, el ambiente está inerte, o ajeno a mí. Tiene una carga. Dentro de los límites de mi piel y mi pensamiento, una carga distinta. Al estar en contacto con ese espacio exterior, a veces demando un equilibrio. Que el mundo se detenga, que responda por lo que siento, que vibre en consonancia. Y lo hace. Yo puedo controlar algunas variables del mundo exterior produciendo vibraciones específicas, tonales, tímbricas. Todo a mi alrededor cambia de sentido.  Responde. Sí que responde. Juntos, mi instrumento, mi voz y yo, modificamos el universo para que momentáneamente se amolde mejor a mi mundo interno. 

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