La valse D'Amelie
2007. Letargo. Segundo 40.
Hormiguitas en las mejillas. Recuerdos confusos, buscando la luz del
entendimiento. La razón una vez más. La gran ausente, la tan esperada, la de
dudosa reputación, ahora, no te animarías a venir. En mi mente circulan como
las notas del piano, agitadas, las escenas de aquel fin de año. Y mis álamos no
tienen sentido, ni mis calles, ni mis horas de siesta, ni los amigos prestados.
Aunque es bueno saber que el mundo sigue girando en compás fácil de caminar.
Uno, inspiro, dos, retengo, tres, exhalo, cuatro, espero. Así de fácil. Por
fuera un compás sencillo, por dentro un remolino de gritos. Minuto 1.12.
Tragedia agitada de gárgaras de
ajo.
Si te tuviera cerca te arañaría
la cara. Tengo los músculos preparados para morder, los ejercito todas las
noches en mis sueños, tanto, que de mañana no puedo abrir la boca. Ahora
también controlo la producción de adrenalina, cada vez que quiero, se me llena
la cabeza de hormigas. El cuerpo. No. Te arrancaría la piel. No. Te gritaría a
la cara, a tus ojos de vidrio, explotaría delante tuyo porque no hay un idioma
que explique el dolor. Pero no. Cada vez que vengas, voy a dejarte ir. Como una
pluma.
Y el remolino va a desaparecer, y
el centro tonal va a volver. Y en el silencio se va a extinguir. Esto es todo
lo que necesitaba. No más. Nunca.
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